sábado, 12 de febrero de 2011

espejismo

Su tono era de reproche, al oír esas palabras me asaltó una ola de ira. Que claro que no pude contener. Balance de la situación híper-mega desastrosa.
-       -   ¿Sabes que? Claro que no era tan bueno, yo supe cuando dejó de quererme lo vi en sus ojos, y fue un día que me dijo que era una sabionda, que siempre tenía que saberlo todo, y que cuando hacía eso no me soportaba, y sí fui tonta por no cortar, y hubo tantas cosas, y yo no fui capaz de decirle que dejara de hacerme daño, porque era como una droga, y no me daba cuenta del daño que me hacía, y claro que no soy la misma, si hizo conmigo lo que quiso y aun más si yo siempre estaba allí cuando el quería, y hasta me separó de mis amigas, en mi cara y fui yo la que se sintió culpable, por ser así y la que dijo que tenía que cambiar, y ya no soy la que no dejan que la pisen, la que es fuerte, ahora soy la pisada, siempre, la que llora por todo, y la que piensa que todo esto le ocurre porque se lo merece.
Furiosa, por primera vez estaba furiosa, con todo el mundo, ¿por qué era a mí a quien le ocurrían esas cosas? 
¿Por qué? Jaime se había quedado totalmente callado, y mi respiración se podía escuchar seguramente hasta en Suecia, pero ninguno de los dos podía hablar, en ese momento  todo el mundo se había parado y posiblemente una chispa se encendió  dentro de nosotros, pero esto era el “mundo real” y la realidad es que estamos solos, dos solos juntos, que ni siquiera conseguían comprenderse. Y el mundo seguía parado, y mi respiración se seguía escuchando en Suecia, y Jaime…simplemente estaba allí. Seguramente pasaron días hasta que nos volvimos a mover, al menos así me lo pareció a mí. Mi respiración se relajó y mi vida seguía sin arreglase. No nos hablamos durante toda la mañana, seguramente él pensaba que yo estaba enfadada, hasta que al mediodía:
-        -  Lo siento…- palabras estremecedoras, cuando las dicen en serio- lo siento y lo siento.
-          Eres idiota lo sabes ¿no?- no podía hacer otra cosa que agradecerle lo que había pasado,  porque sí, porque me sentía mecho mejor- gracias, me hiciste darme cuenta de cosas, ahora ya no quiero llorar.
-         - ¿estas segura? Porque yo puedo hacer que llores...- bromista, era bromista.
-         - Idiota.

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